Esa extraña sensación que ciento cuando todo se me cae encima y entonces llegas tu, como si fueras un Super Héroe, agarras todos mis problemas y preocupaciones por una esquina y los lanzas lejos, muy lejos, al infinito, allí donde ya no quedan estrellas, ni planetas, donde acaban los números y las ecuaciones se hacen finitas, allí, donde no me puedan hacer daño los prejuicios de la vida. Entonces esa sensación desaparece y por fin puedo estar tranquila, serena, olvidar que existió algún día problema alguno y lo único que necesito es respirar y aprovecho, ahora que el tiempo no nos mira, para ser un poco egoísta y robar el aire que te respira. Acerco mis mejillas a las tuyas, rozo con mis pestañas tu respiración, con un leve movimiento se funden nuestros labios en un beso y ya no queda rastro de oxigeno en nuestros cuerpos. Ya solo queda un largo e infinito beso, que se turna con mis dedos, que recorren tu nuca, en busca de algún profundo pensamiento.
Mis ojos se abren y tras despertar de mi sueño, solo logro captar un atisbo de ese recuerdo que mi propia mente puso en tu pensamiento durante un momento, YO. Pero ya he despertado, así que ahora que la realidad nos mira, y el tiempo nos contamina, vamos a hacer que no ha pasado nada. Seguiremos cruzando miradas en el pasillo, haciéndonos preguntas con sentido, para que los demás vean que ahora es lo mismo que nos queramos, nos odiemos, o simplemente nos recordemos.
Siempre vuestra, la que escribe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario